Hay quienes nacieron para hacer daño. Es difícil de leer, lo sé, porque desentierra un sin fin de sentimientos incómodos que muy pocos se atreven a encarar. Yo era del grupo de la mayoría, pero casi obligada me vi envuelta en una situación que ahora me tiene tras esta computadora haciéndoles una recomendación, o varias a la vez.

Nuestro instinto siempre será nuestro aliado. La razón juega un papel importante también. Mientras más rápido logremos divisar las «red flags», menos fuerte será el impacto, y he aquí el centro de la conversación: Si usted tiene una hipótesis sobre una persona, pruébela, porque tiene un 50% de probabilidades de ser cierta. No lo deje pasar por alto, menos si están demasiado cerca.

Hay quienes son como las termitas. Sus pasitos son tan diminutos que no percibimos la toxicidad que expiden. Al pasar el tiempo nos empieza a inquietar un dolor de pecho infinito, y es precisamente que nos llenaron el alma de orificios.

La astucia y una buena fumigación interna podrá purificar la infesta. Hay que encarar lo que venga con gallardía, borrarlo con goma permanente y seguir construyendo con quienes de verdad nos hacen bien. No escatimes en sacarlos de tu reino. Ellos ya intentaron destruirlo aprovechándose de tus buenos deseos.

Es cuanto.

Marifa