¡Ay! Sí las miradas no hablarán, ¿Qué sería de los corazones? Nada, exactamente nada, solo bombear sangre, oxigenar el cuerpo, latir en armonía con el viento, eso y nada más…
¡Ay! Qué insulsa sería la vida sin esa «picardía» de las cálidas pupilas enamoradas.
¡Ay! ¿Qué sería de las retinas, el iris, el ocelo? Nada, solo lagrimear y pestañear…
¡Ay! ¿Quién descansa cuando ama? Quién logra conciliar el sueño cuando los sueños se van durmiendo solo por vernos despiertos.
Marifa
Pintura: «El paseo», de Pierre Auguste Renoir (1870).