La puerta

Desconocía las cualidades que escondía tras esa puerta, esa misma que abrí, por curiosidad.

«La curiosidad mató al gato», y aunque poco tenga de felino, a mi usted me tiene agonizando, implorándole al Dios del cielo cinco, al menos, cinco segundos frente de esos, esos sus ojos aterciopelados que no he dejado de repetir en mi memoria desde aquel día, aquel en que encontré la llave, en qué abrí la puerta, y con ella, dejé salir todo.

Y se me erizó la piel, y pues a usted también, y mientras escribo, aún me abraza ese sentimiento que me llenó de pronto, aquel día, aquel en que abrí la puerta, en que me dio la llave, en que la curiosidad, o el deseo, quién sabe, me traicionó, y lo miré a usted, directamente a los ojos, y no le dije nada, ni usted a mi tampoco, pero lo entendimos todo.

Marifa

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