No conozco la certeza porque siempre he vivido en las nubes,

he caído muchas veces, es verdad,  razón detrás de mis cicatrices,

pero desde allí he logrado entender cosas que usted, simple mortal igual que yo, ignora por completo.

No es un don, es un maleficio interesante que he tratado de evadir, con todas mis fuerzas, sin resultado alguno.

No sé porque les cuento eso, no sé si le interesa, y otros no que seguirán atravesándose con el único objetivo de hacerme repensar todo esto para que el «no» suene circundante.

Los sinónimos son necesarios, al igual que las repeticiones, en ocasiones, en ocasiones en donde una palabra similar no dice lo que quieres expresar,

así que el «no» se queda, las nubes también, y yo, pues por ahí andaré entendiendo cosas que no quiero entender, pero que aún así entiendo, porque así tiene que ser.

Marifa

Pintura:  «El caminante sobre el mar de nubes» (1818) de Caspar David Friedrich.

Dulce rostro, dulce voz, suave andar, datos que lo llevan a pensar de que esta alma tropical es un pedacito de cristal.

He tratado de esconderlas, no he podido, pero de algo me han servido

Muy poco de inocente queda en mí, el rostro le engaña, también la sonrisa, en ese juego de ser y jugar a ser se me han quedado algunos vicios, es por ello que mi personalidad arroja ese tono agridulce que algunos pasan y otros odian.