La lluvia es muy buena pareja de baile. Sabe llevar el compás de las gotas al 3 por 4. Domina el misterioso vals del consuelo. Te sostiene la cintura, te agita hasta que de ti broten los más profundos pesares.
Se divierte.
Te diviertes.
Acelera el paso.
Vueltas y vueltas mientras las lágrimas danzan armoniosas junto al sudor y el deseo de gritar.
Te abraza.
Ahí, tacto a tacto, mirada a mirada, te entiende, te siente, te besa.
Te deja volar.
Vuelves.
Cede. Cesa. Jarina. Tendrás que esperar un buen tiempo para repetir ese instante de libertad… ¡Qué triste es la vida!
Marifa
Pintura: ¨El arte de bailar bajo la lluvia¨ de Rossana Spalazzi.