Como dos extraños vagamos por lo caminos de la vida. Cual si nunca nos hubiéramos visto antes. Cual si no hubieran sido suficientes los instantes del plácido idilio.
Dos extraños que en la calle se rozan por accidente del destino. Ignorando las veces que se les erizó la piel con un beso. Olvidando las charlas eternas en el salón de la plenitud.
Dos extraños, que se amaron demasiado, y hoy no les queda más que una cicatriz, un reflejo en la acera, un eterno silencio.
Dos extraños que se han anestesiado el alma porque ya no soportan la pena y ahora sufren de amnesia.
Marifa