Al cada día luchar contra los que tratan de mantenerme atenta, acostumbré a las cuerdas. Aunque me lastimen el alma, aprendí a respira bajo el agua. De vez en cuando vuelve la sombra de lo que era, me distraigo con lo simple y hermosos que son los detalles de la vida.
Bajo el bozal, se escapan sollozos del corazón aplastado por la realidad insulsa que no soporta la competencia justa que le hace el arte de ver más allá. Fácil resulta presionar, pero ¿y soltar? ¿para cuándo soltar? No me escuchan, tendré que esforzarme un poco más. Parece que no les importa, me quedaré aquí, volaré cuando entienda que es tiempo… ya.
Marifa