La suave brisa que nos roza. El cálido sol con sus rayos que son luz. Las dulces pupilas de las montañas, que las hacen señoritas. Los arboles, sus pestañas finas.
Los gigantes algodones que adornan la bóveda celestial. La mecánica de nuestro organismo. Nuestro corazón. Las aves entonando el canto de la vida. Las flores, la mejor decoración.
La mirada sorprendida de un bebé. La sonrisa comprensiva de un anciano con todas sus arrugas, cofres de sabiduría. La ternura con la cual le habla una madre a su hijo. La poesía.
La neblina cegadora y fascinante que transporta tanto aire necesario para el mundo. Cada fruto. Cada gota de lluvia. Cada sueño escondido. Cada invierno. Cada beso. Cada sentir.
Tantas cosas moravillosas que existen en la tierra. Cosas que no se pueden hacer. Cosas que nacen y nos dan placer, y aún seguimos preguntándonos si Dios existe.
Una respuesta a “La escencia de la vida”
Si antes buscabas la humanidad, no es de esta la duda de la existencialidad, ser cordero de tu naturalidad es mas preciado que de cualquier necesidad.
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